En un aeropuerto de Estados Unidos, una mujer fue separada de su bebé frente a muchos pasajeros, sin una explicación clara. Gloria Estefan presenció esta escena y dijo que no fue una simple detención, sino un acto innecesario.
Estas situaciones no son únicas y se repiten en varios lugares. Desde el mandato de Donald Trump, más de 100 mil personas han sido arrestadas por ICE. Las detenciones superan las 2 mil diarias. La política migratoria busca más infundir miedo que administrar flujos.
Esto es más que una decisión política; es un experimento social a gran escala. Algo similar ocurrió en 1971 con el experimento de la cárcel de Stanford, donde estudiantes actuaron como guardias y prisioneros, y los guardias comenzaron a ser crueles.
Décadas antes, Stanley Milgram mostró cómo la gente puede causar daño si una autoridad se lo ordena. La obediencia pesa más que la ética.
Hoy, esta obediencia se ve cuando un agente lleva a un niño o cuando una familia es expulsada. El sistema no busca empatía, sino cumplir órdenes frías.
El impacto es más que las detenciones: afecta a comunidades enteras, creando miedo y silencio. Es lo que Achille Mbembe llama necropolítica, una gestión de la vida y muerte social.
Hay madres que viven con miedo de que ICE toque la puerta. Niños que aprenden a callar. La ley se ha convertido en un dispositivo de terror.
Sin embargo, quienes ejecutan estas órdenes no ven su participación en el problema. Hannah Arendt habló de la “banalidad del mal”: la gente hace maldad solo siguiendo procedimientos.
Los migrantes aportan mucho a la economía de Estados Unidos, pero son tratados como prescindibles. Judith Butler habla de “vidas que no se lloran”. Racismo institucional desactiva la empatía.
ANTES DEL FIN
La historia nos advierte sobre obedecer sin conciencia. El experimento sigue vigente, pero la esperanza está en individuos que se atreven a decir no. A veces, detenerse y ver al otro como igual puede interrumpir este experimento porque aunque la crueldad necesita cooperación, siempre hay quien se niega a obedecer. Ahí empieza la resistencia.
Contenido generado con inteligencia artificial. Fuente original: “El Financiero”.
