El director financiero de una compañía dijo: «El algoritmo nunca se cansa; yo sí». Esto muestra cómo la inteligencia artificial ya es parte importante de las empresas manejando precios, inventario y reclutamiento. El Foro Económico Mundial dice que más del 75% de las empresas usan IA en decisiones clave. Pero, surgen preguntas: «¿Despersonalizamos el servicio?», «¿Perdemos talento valioso?». Algunas empresas crean comités éticos; otras creen que la tecnología es neutral. Sin embargo, según Shoshana Zuboff, las plataformas no solo predicen, sino que moldean comportamientos.
Un ejemplo es Amazon en 2018, donde una herramienta de reclutamiento perjudicó a mujeres por datos sesgados. No fue por mala intención, sino por datos incorrectos. Daniel Kahneman dice que muchas de nuestras decisiones son rápidas; si los modelos replican esto, puede haber injusticias. Un hospital usó IA para clasificar pacientes, pero inicialmente falló. Tras ajustes y un comité bioético, mejoraron tiempos de admisión. La inversión se espera recuperar en el primer año, demostrando la necesidad de responsabilidad compartida.
¿Cómo hacer que más empresas sigan esto? Cultura. Capacitaciones ayudarán, pero solo funcionan con diálogo, reflexión y líderes preocupados por el impacto humano. PwC revela que solo una de cada cinco empresas con IA tiene evaluación ética formal, mostrando una gran oportunidad y desafío.
Al finalizar una reunión con el director financiero, acordamos revisar cada mes un caso de IA para aprender de clientes y colaboradores. La ética potencia la eficiencia, logrando equipos comprometidos y marcas fiables. La verdadera pregunta no es si podemos adoptar IA, sino si nuestra cultura merece esa automatización. Honestidad en esta reflexión une la innovación tecnológica con el propósito humano.
El autor es Profesor investigador del Tecnológico de Monterrey, especializado en innovación educativa e inteligencia artificial. Ha trabajado en proyectos tecnológicos reconocidos internacionalmente.
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Este contenido fue hecho con inteligencia artificial y la fuente original es “El Financiero”.
