“Harvard, Trump y el Valor de la Diversidad”
Isaac Saba Raffoul, un importante empresario mexicano de origen judío, solía decir: “No soy de Harvard, soy de trabajo duro”, una frase que usaba para destacar que su éxito no venía de estudiar en universidades famosas, sino de su esfuerzo personal.
A partir de este mes, el gobierno de Estados Unidos ha decidido que los extranjeros ya no podrán ingresar a la Universidad de Harvard, una de las instituciones educativas más prestigiosas del mundo. Esta decisión fue impulsada por el expresidente Donald Trump, quien señaló que algunos estudiantes extranjeros en esa universidad promueven actitudes hostiles hacia los judíos. Sin embargo, esta medida ha sido vista por muchos como un ataque a lo que ha hecho fuerte a ese país: el conocimiento, la diversidad y la ciencia.
Harvard, fundada en 1636, representa el legado del conocimiento europeo, que floreció después del Renacimiento. Mientras algunos imperios antiguos, como el Otomano, rechazaban la ciencia, otros lugares como Florencia, en Italia, la impulsaban. Gracias a ese apoyo surgieron grandes mentes como Galileo, Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, quienes cambiaron el rumbo del mundo.
Del mismo modo, Estados Unidos se convirtió en una potencia global al atraer talento de todo el mundo. Las universidades estadounidenses, al incluir estudiantes extranjeros, han logrado un ambiente de ideas diversas y creatividad. Esto ha permitido el nacimiento de grandes empresas tecnológicas como Microsoft o Meta (antes Facebook), fundadas por personas que pasaron por Harvard y que fueron ayudadas y motivadas, en parte, por compañeros extranjeros.
Irónicamente, mientras Estados Unidos limita el ingreso de estudiantes de otros países, regiones como los Emiratos Árabes están invitando a científicos y expertos para desarrollar su educación y tecnología. La historia, como siempre, da muchas vueltas.
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